Y que has entrado en este correo dispuesto a echarme la bronca.

Tranquilo, suele pasar cuando alguien se tropieza con una falta tan evidente.

Hay quien dice que cometer faltas de ortografía es una forma de llamar la atención.

Que sacan al lector de la monotonía.

Que lo obligan a estar alerta.

Pues mira, te voy a contar algo que me acaba de pasar (y tiene que ver con eso).

Me he hecho unas tarjetas de visita.

De las de papel. Las de toda la vida.

Pero con un detalle… particular.

Por delante, una frase en grande:

“Nada es facil en un proyecto o en una obra.”

Y justo debajo:

“Instrucciones para no pegártela, al dorso.”

Cuando la das la vuelta, aparece un QR.

Y al escanearlo, lo que ves es lo siguiente:

INSTRUCIONES:

1- Escanea este QR

2-Te suscribes.

Nada más.

No hay teléfono.

No hay email.

No hay dirección.

Si alguien quiere hablar conmigo, que se suscriba a este boletín.

Y ya estamos en contacto.

¿Te parece una locura? ¿Una idea brillante?

Yo creo que va a funcionar muy bien. Ya te contaré…

¿Y qué tiene esto que ver con las faltas de ortografía?

Pues fácil.

La tarjeta tiene una.

Y no fue intencionada.

Nadie la vio. Ni yo. Ni otras tres personas que la revisaron.

¿la has visto tú? Esta ahí.

Y ahora tengo un dilema:

¿La rehago o la entrego tal cual?

¿Quieres saber lo que voy a hacer?

Mañana te lo cuento.

PD: Mientras piensas si quemar tus ojos o felicitarme por el atrevimiento, recuerda que puedes pedirme una consultoría previa para analizar tu caso. Sin sustos, sin obras aún… y con impacto. Aquí lo haces

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P.D.4: Mañana sabrás si reparto las tarjetas con la falta… o si me como el error y vuelvo a imprimir.

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