Hay un caso que se repite cada año, como los villancicos en diciembre o las olas de calor en julio:
Me llama alguien, desesperado, con una factura energética que parece redactada por Kafka y firmada por el Diablo.
Pagó una barbaridad.
Y no entiende por qué.
Lo primero que hago es pedirle la factura.
No para asustarlo más.
Para entender de verdad qué está pasando.
Y aquí viene la sorpresa:
No siempre es la casa.
Sí, hay casas mal aisladas, con fugas por todas partes y equipos que consumen como si estuvieran enfriando un centro comercial.
Pero otras veces… el problema es más simple y más absurdo:
👉 tienen un contrato eléctrico con precios desorbitados.
👉 tarifas mal ajustadas.
👉 conceptos que ni ellos mismos saben que están pagando.
Y lo más doloroso: la mayoría ni lo sospecha.
La factura eléctrica está diseñada para despistar.
Términos que nadie entiende. Tramos. Potencias. Penalizaciones.
Y cada compañía con su “estilo”.
Compararlas es como leer etiquetas de medicamentos en ruso.
Y sin embargo, algunos clientes han logrado reducir su factura a la mitad… sin tocar una pared ni gastar un euro.
¿La solución?
Empieza por algo tan sencillo como efectivo:
📋 Una consultoría previa donde analizo tu caso de forma personal.
– Revisamos tu consumo real.
– Detectamos si el problema es la tarifa, la casa o ambos.
– Y te doy pasos claros para que empieces a vivir mejor… y pagar menos.
PD: En algunos casos, cambiar de tarifa eléctrica es más útil que cambiar las ventanas. Pero tienes que saberlo antes de hacer nada
P.D.2: ¿Conoces a alguien con una factura que parece una amenaza? Reenvíale este correo y dile que puede suscribirse aquí