Han pasado 175 mañanas desde que comencé esta newsletter.
175 correos enviados sin fallar uno solo.
No sabía si funcionaría.
Dudaba de si alguien querría leer lo que tenía que contar.
Hoy puedo decir que ha sido una de las mejores decisiones de mi vida.
Desde el primer día sentí esa conexión.
Algunos han comprado mis formaciones.
Otros han contratado consultorías.
Muchos me han respondido.
Y una gran mayoría simplemente me lee, en silencio.
Todos los días.
A veces me cruzo con personas por la calle que me dicen:
«Te leo cada mañana, gracias por lo que compartes».
Y con eso, créeme, ya merece la pena.
Tú sabes que cada día suelo vender algo.
Menos ayer.
Ayer envié un correo que me salió desde las tripas.
Desde la rabia.
Desde el miedo.
Desde el desgaste.
Y desde un lugar donde solo se escribe cuando ya no puedes más.
Y pasó algo increíble.
Minutos después de enviarlo, mi bandeja de entrada empezó a explotar.
Mensajes.
Decenas.
Cientos.
Un aluvión imparable.
Gente preocupada.
Gente ofreciendo ayuda.
Gente dando animos.
Gente abriendo sus puertas.
Literalmente.
Ofreciendo sus casas para mi y mi familia.
No puedo describir lo que sentí ayer.
No me dio la vida para responder a todos, pero hoy quiero decirlo aquí:
Gracias. Gracias de corazón.
Por suerte, la situación ha mejorado un poco.
Parece que no tendremos que abandonar nuestra casa.
Pero quedan heridas.
Y cicatrizarán lento.
Hoy intento volver a la normalidad, a mi rutina de cada mañana.
Y como cada día, sí, también te recuerdo esto:
👉 Si estás pensando lanzar tu proyecto, aún puedes reservar una plaza para mi consultoría previa de proyecto.
Agosto ya está lleno.
Pero en septiembre tengo hueco para ti, si te interesa.
PD- Si esta newsletter te aporta algo útil, hazme un favor: reenvíasela a alguien que también le pueda servir. Y si aún no está suscrito, puede hacerlo desde aquí: