Muchos días hablo de cosas que pasan.

Y hay gente que las estudia. Que estudia por qué la mente humana hace lo que hace.

Uno de ellos fue Daniel Kahneman. Premio Nobel de Economía.

Pero no se hizo famoso por hablar de números.

Se hizo famoso por hablar de cómo pensamos los humanos.

Dice que tenemos dos sistemas en la cabeza:

Uno rápido, automático, instintivo. El que te empuja, el que reacciona, el que siente.

Y otro lento, racional, lógico. El que analiza. El que se lo piensa. El que necesita energía.

Ahora adivina cuál usamos por defecto.

El primero. El que no piensa.

El emocional. El visceral.

El que decide antes de que te des cuenta.

Y luego, para no sentirnos idiotas, nos ayuda a justificarnos con excusas mentales.

Somos así. Torpes y fácilmente manipulables.

No hay más que ver la calle.

Zombies con el pulgar en modo scroll, buscando el chute de dopamina que les diga “vales algo”.

Like. Scroll. Otro. Otro más. Otro más.

Y en medio de este apocalipsis digital, yo me esfuerzo.

Me esfuerzo para darte algo distinto.

Para que pienses. Para que despiertes. Para que elijas con criterio.

Y sí, también para no convertirme yo en otro imbécil adicto a su pantalla.

Por eso hice la masterclass de ventanas.

Una píldora de valor.

Un antídoto.

Y esta noche, a las 12, se acaba.

Desaparece.

Y con ella, la posibilidad de evitar errores. De tomar decisiones con cabeza. De avanzar.

Si eres de los que aún tienen un poco de seso en este mundo saturado, haz clic.

Aprovecha esta última oportunidad.

Porque mañana será otro día, sí.

Pero no será igual que hoy.

Hoy tienes una opción.

Mañana ya no.