¿Sabes lo que es una migraña incapacitante?
Espero que tú no.
Espero que sólo te suene de oídas.
Porque cuando te pasa, de verdad, es una maldita pesadilla.
Dolor punzante. Como si te taladraran la cabeza por dentro.
Te encierras en un rincón oscuro, en silencio absoluto, esperando que pase.
No puedes trabajar. No puedes pensar. No puedes vivir.
Solo puedes resistir.
Te tomas la pastilla.
A veces alivia, otras ni eso.
Y esperas. Porque no puedes hacer otra cosa.
Durante años me tocó tragármelas.
Una cada 30 o 40 días. Como un reloj.
Hasta que un día, sin medicinas ni milagros, desaparecieron.
Hace más de seis años que no tengo ni una sola.
Y no, no cambié mi alimentación.
Ni dejé el trabajo.
Ni me apunté a yoga.
Sigo siendo el mismo pringado de siempre, con los mismos hábitos y rutinas.
Solo cambié de casa.
Y en esa nueva casa instalé un sistema de ventilación.
Trabajo desde casa.
Y ahora, respiro aire limpio.
Esa es la diferencia.
¿Casualidad?
Puede ser.
¿Realidad?
También.
Yo no soy de los que se lanzan a decir: “esto es mágico”.
A mí me gusta hablar con datos. Con pruebas. Con cosas que se pueden tocar.
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Después sube. Como siempre. Y no, no hago excepciones ni prórrogas.
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Sigue viviendo como siempre.
Los cavernícolas no tenían ventilación mecánica y aquí estamos.
Eso sí… algunos vivían 30 años y morían con dolor de cabeza.
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No tienes que hacer nada. Solo esperar.
