Seguro que esto te suena.
Tienes algo que hacer.
Sabes que es importante. Quieres hacerlo bien.
Te pasas horas imaginando cómo resolverlo. Dándole vueltas. Puliendo por aquí, una vuelta más por allá…
Pasan los días.
Pero no lo entregas.
Porque aún no está perfecto.
Hasta que de pronto, llega el momento de la verdad: el cliente lo pide.
Y ya no puedes posponerlo más.
Y, como por arte de magia, lo terminas.
En tiempo récord.
Sin bloqueos.
Sin dudas. S
in esa maldita vocecita que te decía: “todavía no”.
¿Qué ha pasado?
Muy simple.
La presión del plazo te salvó del perfeccionismo.
Ese enemigo silencioso que se disfraza de profesionalismo, pero que en realidad te frena, te agota… y a veces, te hace perder clientes.
Una cosa está clara:
Un trabajo entregado es infinitamente mejor que uno perfecto que nunca sale del cajón.
¿La clave para no volver a caer?
Poner fechas límite reales. Inamovibles.
Aunque el cliente no las exija.
Aunque nadie las vea.
Aunque solo tú las conozcas.
Porque cuando tienes una fecha, tu mente se alinea.
Dejas de fantasear y te pones a producir.
Sin dramas.
Sin dilaciones.
Esto, al menos, es lo que a mí me funciona.
¿Y a ti? ¿Ya has encontrado tu sistema o sigues atrapado en ese bucle eterno de “cuando esté perfecto”?
Si estás atascado en decisiones, si te cuesta priorizar o ejecutar con foco (porque lo urgente siempre se come a lo importante)... puedo ayudarte.
Trabajo con profesionales que quieren avanzar, no teorizar.
No vendo humo ni promesas mágicas.
Ofrezco una cosa mucho más útil: claridad, estrategia y acompañamiento para que lo importante —eso que realmente te hace crecer— se haga.
¿Te interesa? Pues ya sabes
PD- Esta tarde a las 18h tenemos la sesion en vivo de soporte de la masrterclass de humedades, así que si te has apuntado y no puedes estar, no olvides enviar tus dudas, para que podamos tocarlas.