Subject: Del pueblo sin bar a las reuniones internacionales: cómo la distancia dejó de importar

Como muchos sabréis, vivo en un pueblo pequeño… (como rezaba aquella canción de Víctor Manuel).


Pequeño no, pequeñísimo.


Aquí vivimos unas 30 personas todo el año.


Para que os hagáis una idea, si alguien estornuda en la plaza, al minuto ya lo sabe todo el pueblo.


No tenemos bar, así que los rumores no se comentan con una caña en la mano, sino en la calle… si da la casualidad de que te cruzas con alguien.


Pero, por suerte, sí tenemos internet.


Y menos mal, porque en la última semana he tenido reuniones con clientes de Salou, Cádiz, Valencia, Málaga, Córdoba, Oviedo y Asturias.


Todos conectados en remoto, mientras yo estaba aquí, en mi pequeño refugio rural.


Hace poco, en una de esas reuniones, se me coló en la pantalla el gato.


No sé quién se llevó el mayor susto: si el cliente, al ver de repente la cola del gato pasando por delante de la camara, o el gato al ver a un extraño..


Más allá de estos "pequeños imprevistos", puedo decir que el trabajo de consultoría de proyectos y asistencia en obra en remoto es altamente satisfactorio.


Tanto técnicos como promotores perciben claramente el valor que aporto al proceso.


Y cuando, además, hay buen rollo con el resto de los agentes implicados, el resultado suele ser inmejorable.


Así que, en definitiva, trabajar desde un pueblo pequeño no significa perder competitividad ni calidad en los servicios prestados.


Al contrario, permite una vida mucho más tranquila y una conciliación real.


Si buscas asesoramiento en materia energética de primer nivel, ten claro que la distancia no importa.


Lo que importa son las personas y su nivel de implicación.



Y si conoces a alguien a quien pueda ayudar, invitalo a que se suscriba a esta newsletter… antes de que el gato sabotee mi siguiente reunión.


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