Lo he dicho muchas veces. Pero como nadie parece escucharlo, hoy lo vuelvo a decir.

En cada foro. En cada conversación técnica. Siempre la misma historia:

– ¿Qué aislamiento pongo?

– ¿20 centímetros van bien?

– ¿Triple vidrio, sí o sí?

Y claro, como alguien suelta “20 cm es lo ideal”, pues parece que ya está: misterio resuelto.

Pero no.

Ni de coña.

Estoy harto de ver proyectos con aislamiento “de libro” y carpinterías de altísimas prestaciones… que funcionan mal.

Muy mal.

Porque no sirve de nada tener una envolvente de catálogo si hay zonas críticas que ni se han considerado.

¿Te suena esto?

📍 20 cm de aislamiento en fachada…

📍 Y justo al lado, un puente térmico brutal que deja pasar el frío como si fuera la puerta de tu casa en agosto.

📍 Ventanas que aíslan más que el propio muro. Literal.

¿Resultado?

Clientes frustrados.

Dinero mal invertido.

Y tú explicando por qué el confort prometido nunca llegó.

Lo importante no es cuántos centímetros pongas.

Es cómo piensas el conjunto.

Y eso, justo eso, es lo que hago yo.

Reviso el proyecto desde una visión completa, analizo los puntos débiles reales, y planteo soluciones con sentido común y sin despilfarros.

Lo mejor de todo: los resultados suelen ser espectaculares con una inversión mínima.

Sí, mínima.

Porque cuando sabes dónde está el problema, no hace falta tirar el dinero en soluciones que sólo lo parecen.

Y lo más habitual es que el beneficio que logra el cliente sea mucho mayor que lo que cuesta la consultoría.

¿Quieres que lo veamos en tu proyecto?

Solo tienes que decirlo.