Hay arquitectos que lo clavan en el diseño.

Obsesionados por el detalle.

Cada milímetro cuenta.

El color, la textura, la proporción.

La luz.

El equilibrio entre los espacios.

Todo eso está muy bien.

Pero…

Luego ves que se les escapan cosas.

Cosas importantes.

Como el diseño energético.

Ese que no se ve en las fotos, pero se sufre en la factura.

Con suerte, delegan en una ingeniería externa que “justifica” el cumplimiento normativo.

Con menos suerte, simplemente rellenan papeles.

Y cuando te pones a mirar… ni de broma se cumple.

Hoy hasta el proyecto más pequeño viene con capas nuevas de complejidad.

Y el ahorro energético, el confort, el bienestar a largo plazo… pesan cada vez más.

¿Vas a dejar eso en manos de alguien que “cree” que está bien?

¿O prefieres contar con alguien que sabe lo que hace?

Tú decides.

Si prefieres jugártela, adelante.

Pero si prefieres dormir tranquilo y hacerlo bien desde el principio, hablamos.

Empieza por aquí.