Un hombre común ingresó a nuestra comunidad buscando una salida a esa racha interminable de rechazo y soledad.
Pasaban los meses sin que ninguna mujer se fijara en él; pero eso no era lo más devastador. Lo peor, según sus propias palabras, era que parecía invisible para ellas.
Ese vacío comenzaba a devorarlo desde adentro.
Cuando lo vi por primera vez, supe lo que estaba mal. No creía en sí mismo, y esa inseguridad brillaba en sus ojos. Su mirada gritaba derrota.
Sin embargo, algo cambió cuando decidió seguir nuestras recomendaciones. Su imagen, su energía, incluso su forma de moverse… todo dio un giro radical.
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