Aclaremos algo. Las prioridades no las establecemos; las prioridades las tenemos. Ellas simplemente existen en nuestras vidas, estemos consciente de ellas o no. Si eres padre, hijo, hermano, esposo, líder de una organización, jefe, empresario, si crees en Dios o no; tienes prioridades en cada una de esas facetas. ¿Qué es primero o más importante? ¿Ser padre? ¿Ser esposo? ¿Ser hijo? ¿Qué es “primero”? Imposible decidir, ¿verdad?

Esto evidencia, que no podemos "establecer” prioridades; mucho menos enumerarlas en orden de importancia. Si estas en una junta importante, y recibes una llamada del cuarto de urgencia para decirte que un ser querido está allí recluido, poniéndome fríos e insensible, hasta me atrevo a decir que dependiendo de “qué” familiar se encuentre en urgencia, tu dejas la reunión o no. Y lo peor, es que decides automáticamente, de manera inconsciente y sin pensarlo para nada. Y no tienes que tener al frente ni tu visión, ni misión, mucho menos tu propósito de vida frente a ti, para tomar esta decisión. Simplemente decides si pensarlo, porque tus prioridades están allí, aunque no las veas.