"No hay recurso que el hombre no utilice para evitar el real trabajo de pensar" - Sir Joshua Reynolds
Haciendo un poco de una limpieza esta semana, me encontré con un libro llamado "No me hagan pensar". Fue escrito por alguien que estaba promoviendo el buen diseño de páginas web, y su punto principal era que demasiados sitios web demandan demasiado “pensar” de parte de sus usuarios. Diseña de manera correcta, era la tesis del autor, y la navegación será tan intuitiva que la interacción del usuario será igualmente de intuitiva, provocando una experiencia placentera. En este tipo de entornos, se buscaría eliminar, en otras palabras, eliminar el proceso consciente de pensamiento para interactuar con la página.
Esto me hizo pensar sobre el alcance y los límites de Getting Things Done (GTD) como metodología. Con GTD ¿se puede eliminar la necesidad de pensar? Y ahora, el momento de las verdaderas confesiones: A veces me encuentro evitando hacer cosas verdaderamente productivas, porque sé que involucra reflexión intensa: la clarificación, la planificación, la toma de decisiones, elección de prioridades, y similares.
Por lo general cuento con un gran sistema, con buena información, y me resisto de interactuar ellos, porque no quiero involucrarme el proceso de invertir tiempo en pensar.
¡El niño de tres años que llevo dentro, dice: “¡Yo sé que es importante para mí hacer eso, pero no quiero!", y luego de un pataleo, literalmente me convence de ponerme a revisar mi Facebook, Instagram o Twitter, en lugar de ponerme a realizar verdadero trabajo mental de pensamiento.
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