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La semana pasada se dieron dos hechos en las redes sociales que sin duda alguna nos revelan el total desenfoque que tiene en estos momentos la sociedad panameña sobre lo que es realmente importante para el país, y por tanto merece ser objeto de un debate público, y aquello que no pasa de ser un hecho trivial, que no debería ocupar el tiempo de los medios de comunicación y los ciudadanos porque su discusión es estéril y carente de todo sentido.
El primero es la protesta de un grupo de jóvenes interesados en asistir al espectáculo artístico organizado por el cantante panameño de música urbana “Sech”, a realizarse en la ciudad de Las Tablas, durante la celebración del Carnaval.
Se trató de una tragicomedia protagonizada por muchachos que evidentemente no saben leer, ya que los organizadores del evento habían anunciado a través de las redes sociales que sólo disponían de 30 boletos para obsequiar y el resto se venderían a $100 cada uno, lo que generó el malestar de cientos de jóvenes que, ignorando la realidad, cuestionaban que se les hubiese citado pese a que el número de boletos que sería obsequiado fue limitado, cuando en realidad no habían prestado la debida atención o no comprendieron el anuncio hecho por el artista y empresario musical.
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El salario o sueldo mínimo es un derecho que se le debe garantizar a todo trabajador, de acuerdo a la Constitución Política de la República de Panamá. Es un tema sumamente relevante para la economía, ya que los costos de mano de obra representan una parte importante para producir y alcanza a un 34% de la población asalariada.
Por ello, cualquier aumento o ajuste del salario mínimo en Panamá, se va a ver reflejado en los precios, en el empleo, en la informalidad y entre otras variables afectando nuestra competitividad.
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Durante el año 2019, los dos temas recurrentes que han determinado el curso de la economía global y que han supuesto las mayores fuentes de incertidumbre han sido las tensiones proteccionistas y la amenaza de un brexit sin acuerdo.
Prácticamente, no ha habido semana sin noticias sobre la saga británica, mientras que la presión proteccionista de Estados Unidos (EE.UU.) sobre China ha ido in crescendo durante todo el año. Esta doble amenaza ha tenido un efecto palpable sobre la producción industrial y el comercio internacional, y ha frenado los planes de inversión de muchas empresas.
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¿Educación o inseguridad?
La educación continúa siendo el talón de Aquiles de Panamá, otros dirán que la desigualdad y la corrupción, lo cierto es que requerimos derribar la ignorancia no solo con más maestrías, tecnología o idiomas, sino con la más profunda, que tiene que ver con el enfoque que le está dando un gran sector de la población a su quehacer en la vida, desembocando en mayor delincuencia.
En diciembre pasado fuimos sacudidos por la denominada masacre de La Joyita, que sepultó a unos 16 jóvenes por supuestas rencillas dentro de una misma pandilla.
En los pueblos sin educación, las mujeres cuentan con pocas herramientas para guiar a sus hijos, protegerlos y cuidarlos de las garras de la delincuencia, el abuso, la explotación sexual, el trabajo infantil y de la propia muerte, como se demostró, y los hombres solo se hacen presentes para generar el embarazo y ¿después?
Recuerdo que cuando laboré en el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), pude conocer de cerca la pobreza urbana y rural a nivel nacional gracias a los programas Red de Oportunidades y Alfabetización, que hoy en día son más que necesarios, y es que gran cantidad de la población incluso en la provincia de Panamá no saben leer ni escribir, y ni siquiera entienden la importancia de contar con esas herramientas. Para ellos es de lo más común desertar de las aulas escolares sin importar siquiera si dejan de recibir la beca universal.
En medio de esta situación, las chicas no cuentan con una orientación sobre cómo manejar la vida sexual ni mucho menos de planificación familiar y muchas son víctimas de abuso. Los chicos toman el camino del consumo de drogas convirtiéndose en rateros para sustentar su vicio, y otros se suman al bando de los que las venden, es decir la delincuencia, donde matar es un código
Pensamos que estas situaciones se dan lejos de nosotros. Miramos para otro lado, porque claro, el que dejen la escuela y que tengan un embarazo precoz no es nuestro problema, pero saben, a mí sí me preocupa porque en el futuro esa gran parte de Panamá quedará rezagada y la inseguridad será inmanejable ni siquiera las verjas de hierro la detendrán y salir a la calle será un gran riesgo. Es el país de todos.
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