La verdad sea dicha, Panamá ha logrado grandes avances en materia de energía en los últimos 25 años.
Y es que la reestructuración del sistema realizada durante la década de 1990 por la Administración del expresidente de la República, Ernesto Pérez Balladares, ha permitido que sea la empresa privada la que lleve el peso de las inversiones en materia de generación y distribución de energía, mientras que el Estado pasó a ser el diseñador de las políticas públicas en esta materia, el garante de la transmisión de la energía desde los puntos de producción a los mercados de consumo y el Regulador del sistema, supervisando el desempeño del mercado y la atención al cliente.
Como consecuencia de ello, hoy estamos muy lejos de aquellos días del Instituto de Recursos Hidráulicos y Electrificación (Irhe) en que el país vivía apagones fortuitos a cada momento o cortes del fluido eléctrico programados y sectorizados, que paralizaban la economía constantemente, todo ello producto de la falta de recursos estatales, no sólo para invertir en los proyectos de generación que necesitaba la nación, sino también en el mejoramiento y el mantenimiento de las líneas de transmisión y de las redes de distribución.