Es normal que la toma de posesión de un nuevo mandatario y el inicio de una nueva gestión de gobierno genere una ola de positivismo y grandes expectativas en la población de cualquier país, pero esta tendencia natural al optimismo se acentúa cuando ese traspaso de mando se registra en un país donde, a pesar de mantener una estabilidad macroeconómica envidiable en la región, la economía registra un nivel de crecimiento bajo o negativo en algunos sectores críticos y, como consecuencia de ello, el desempleo ha aumentado.
Esto significa que aún cuando es normal que los panameños nos sintamos optimistas sobre el desempeño del país a partir de este 1 de julio por la toma de posesión del presidente Laurentino Cortizo, es importante que pongamos los pies en la tierra y comprendamos que sacar al país de la desaceleración económica, la crisis institucional, una difícil situación financiera y el colapso del sistema educativo no será tarea fácil.
Comencemos por recordar que al cierre del primer trimestre de 2019 el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) se ubicó en 3.1% y que si bien la tasa de desempleo a agosto del año pasado se ubicó en 6.0%, las proyecciones del Centros de Estudios Económicos de la Cámara de Comercio (Ceecam) prevén que para marzo de este año este indicador podría alcanzar el 6.3%.
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