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La caída de los precios del petróleo y de los índices bursátiles a escala global, así como el pesimismo respecto del futuro de la economía a corto plazo, muestran que la epidemia del coronavirus (COVID-19) ya es responsable de un desorden socioeconómico de gran magnitud, cuya duración e impacto aún no se pueden prever.
Con excepción de España e Italia, donde existe un alarmante repunte en las cifras de enfermos y fallecidos, la mayor parte de este desorden no puede achacarse en primera instancia al número de personas contagiadas o al riesgo de infectarse.
En cambio, las causas deben buscarse en las medidas de control tomadas para frenar la propagación del patógeno, cuyo efecto se ve multiplicado por el pánico de amplios sectores de la población en todos los países en que se han presentado casos de esta enfermedad, que se detectó por primera vez a finales de diciembre pasado en la ciudad de Wuhan, República Popular China.
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Los últimos quince días en la Bolsa no han sido días fáciles para los inversionistas. Una caída abrupta e inesperada de más de 10% en las principales bolsas de valores del mundo ha llevado a los inversores a buscar refugio en activos como el oro el cual se encuentra cotizando cerca de los $1.700 la onza y los Bonos del Tesoro de Estados Unidos (EE.UU.), donde el rendimiento de la referencia a 10 años ha caído más de 100 puntos básicos en apenas dos meses, alcanzando mínimos históricos (0.7%).
Movimientos tan acelerados no se veían desde la gran crisis financiera de 2008.
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Ya hemos mencionado que, desde hace 40 años, a raíz de los cambios económicos introducidos durante la gestión presidencial de Ronald Reagan y su par inglesa, Margaret Thatcher, la denominada desregulación de los mercados facilitó el crecimiento de las actividades especulativas en la economía.
Los mercados financieros ganaron más peso en la vida económica de todo el occidente y muchas de las grandes empresas de Estados Unidos (EE.UU.) como General Motor o Boeing destinan parte importante de sus excedentes a los mercados financieros.
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Medidas en tiempos de COVID-19
Aplaudimos la decisión del presidente de la República, Laurentino Cortizo, de declarar “Estado de Emergencia” por el coronavirus a objeto de hacerle frente a las necesidades de abastecimiento de insumos médicos, materias primas y otros bienes necesarios para la prevención, contención y tratamiento de esta pandemia, así como su decisión de establecer medidas para salvaguardar la económía.
El Ejecutivo decidió flexibilizar el régimen tributario mediante el diferimiento del pago de impuestos, tasas y gravámenes para aquellos patronos que se acojan a tales beneficios. Todo esto condicionado a que las empresas no reduzcan su fuerza laboral.
Estas medidas nos parecen muy atinadas ya que a nivel global se estima como inminente que el coronavirus tendrá un fuerte impacto en la economía y, en consecuencia, en los empleos.
El mandatario también emitió medidas para evitar el desabastecimiento e incremento injustificado de precios en productos de limpieza y aseo personal, ante la histeria de muchos panameños de acabar con la mercancía de los supermercados, que incluyen eliminar el acaparamiento, limitando la venta de estos artículo.
Se determinó un margen máximo del 23% para la comercialización de los artículos de limpieza y aseo personal, establecer mecanismos ágiles para la obtención de los registros sanitarios de los productos que lo requieran, cero arancel a la importación de estos productos, y garantizar la compra de $20 millones en carnes y granos para el apoyo de los productores nacionales.
Mientras que en el caso de las empresas e instituciones públicas se recomendó el teletrabajo y enviar de vacaciones a los adultos mayores. Para el sector educativo se han suspendido las clases.
Si bien las cifras de contagiados por coronavirus en Panamá se está elevando con el pasar de los días debemos mantener la calma y tomar las medidas preventivas necesarias como lavarse las manos de manera constante, limpiar nuestros hogares, abastecernos de alimentos en forma responsable para poder mantener a nuestros adultos mayores y niños principalmente. Evitemos el caos.
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