Ayer estaba en una tienda comprando unas cosas para el cumpleaños de mi hijo.
Y al ir a pagar había un grupo de amigas en el mostrador preguntando a la dependienta por una mesita que estaba en oferta.
Una de ellas decía que le había encantado y que era justo lo que estaba buscando pero que pesaba mucho para llevársela en ese momento en brazos.
Una de sus amigas le dijo: Pues vuelve mañana a por ella.
Y yo esperando que dijera: pues sí, mañana vengo. Porque había hablado de la mesa como si fuera el amor de su vida jajaja.
¿Y qué dijo la chica que quería esa mesa y encima rebajada?
Sí, puede que vuelva.
(Y yo con los brazos llenos de cosas para la piñata de mi hijo, ahí pensando: ¿eh? Pero si decías que era justo lo que querías).
La amiga: Yo desde luego vendría a por ella mañana, si la quieres.
Ella: Sí, la quiero. Puede que venga. Si no estoy my cansada. Al salir del dentista que a saber cómo estaré. Ya veré.
No sé que haría esta chica.
No parece que fuera a volver. A por algo que minutos antes decía que era justo lo que estaba buscando y lo que quería. O quizá, sí. No sé yo.
Pero qué ejemplo más bueno de cómo estamos seguras de que queremos algo hasta que toca hacer algún esfuerzo o hacerlo real...
Cosas de la vida.
¿Y tú, qué quieres de verdad? ¿O qué dices que quieres pero luego te pones mil excusas...?
No te juzgo, todos lo hacemos. Solo quiero que lo veas.
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