Yo suelo desconfiar un poco porque suelen ser todo imagen y luego la comida en sí es normalita, pero me encanta probar sitios nuevos así que allí que nos fuimos.

Sitio bonito, comida bien, normal. Hasta que llegó el postre.

Pedí una tarta de queso. No era muy grande.

Probé un primer trozo y sabía rara.
Sabe raro… A ver.

Cogí otro trozo.
Sí, sabe raro. ¿Pero estará mal o será así un sabor distinto al habitual?

Cogí otro trozo.
Está asquerosa, la verdad, pero no puede ser que pongan algo tan malo o estropeado así, debe ser que el queso es fuerte. A ver.

Cogí otro trozo.
Puajj.

Mi hermana: ¡Pero por qué te la sigues comiendo?

Yo: Es que no sé si está mala o soy yo que no me gusta este sabor. ¿Cómo van a poner algo que sepa tan mal? (Qué bonita es la ingenuidad y la confianza en el ser humano, jajaja).

Total, entre dudas y pensamientos varios me la acabé.

No pasó nada malo, no me sentó mal. Es más que probable que estuviera estropeada pero es que aunque no lo hubiera estado.

Desde el primer trozo NO me gustó.
Y me la comí hasta el final.

Ejemplo perfecto de cómo nuestras creencias, tendencias, miedos y dudas nos hacen quedarnos con cosas que no queremos.

¿Qué haría ahora? Perdone, esto no está bien, sabe mal, me trae otra cosa, por favor.

No tengo porqué comer algo que no me gusta.

Esté estropeado o no, si algo no me gusta, no me gusta. Tengo derecho a que no me guste, tengo derecho a cambiarlo, tengo derecho a devolver cosas y a pedir otras.

Y sobre todo a no comerme algo que no quiero.

Y tú también.

Aplícalo a tu vida en el tema que te preocupe ahora. Hay decisiones que no hace falta pensar tanto, esto no me gusta, quiero otra cosa.

Si quieres ayuda, te recomiendo este curso para tener muy claro que te gusta y aumentar la confianza en ti misma y en tus decisiones, sean culinarias o no.

Un abrazo,