¿Sabías que a veces querer lo MEJOR te puede mantener estancada durante mucho tiempo?
Y no porque no te lo merezcas. Está claro que te mereces lo mejor y mucho más.
Pero...
Muchas veces buscar lo mejor hace que pospongas demasiado las cosas, que pierdas oportunidades. Te daré un ejemplo.
Hace unos años me compré un robot de cocina que llevaba queriendo desde el origen de los tiempos. Tardé, sin exagerar, años en comprarmelo. Primero intentando justificarme a mí misma el gasto que suponía (ese es otro tema en el que no voy a entrar hoy, la mentalidad de dinero y el merecimiento, el tema de no derrochar o malgastar).
Y segundo porque quería comprar el mejor y con la mejor oferta.
Así que me pasé meses comparando características, leyendo opiniones (incluso en otros idiomas). Volviéndome loca para ver cuál cortaba, sofreía y montaba mejor, duraba más y tenía el mejor precio.
Mi marido se reía de mi, claro, porque cuando él quiere algo lo compra y punto. Yo no, porque quiero lo mejor (y al final el se estresa menos y disfruta más, que es lo que importa, claro. Eso sí yo consigo las mejores ofertas, jaja).
Hasta que un día vi la luz y me di cuenta de dos cosas:
1. Lo absurdo que era obsesionarse tanto buscando que al final lo que conseguía era retrasar la compra meses cuando podía haber disfrutado del robot desde mucho antes.
2. Que, a veces, NO NECESITAS LO MEJOR. Yo estaba como loca buscando lo mejor (es algo que no puedo evitar siempre tengo que mirar los mejores precios y características, por eso mi familia recurre a mi a la hora de comprar algún regalo, ja,ja) hasta que me di cuenta de que en realidad no necesitaba lo mejor.
Necesitaba un robot que cumpliera con lo que yo quería y no tenía por qué ser el mejor. Así que sin ese peso encima, elegí rápidamente y compré uno. Y tan feliz sigo años después.
La pregunta es, ¿estás haciendo tú lo mismo en algún aspecto de tu vida?
Piénsalo especialmente si eres perfeccionista porque eso puede hacer que pospongas cosas bastante más importantes que un robot de cocina.
A veces conseguir lo mejor está bien, pero otras veces no lo necesitas. Lo que necesitas es saber qué necesitas, qué quieres, e ir a por ello, aunque no sea lo mejor.
No hace falta que sea el que más fino pique las almendras. Con que pique almendras bien me basta. A no ser que necesites que sea el mejor en algo.
La cuestión es, ¿lo necesitas?
Y ¡ojo! Eso no quiere decir que te tengas que conformar con algo que no te gusta. NO.
Fíjate que te he dicho que yo estoy feliz como una perdiz con mi robot. Tú tienes que estar feliz y satisfecha porque es lo que quieres aunque no sea (o no se considere) lo mejor.
Si no eres feliz, hay un problema.
¿Hasta qué punto te está parando querer solo lo mejor? Piénsalo bien...
En los dos primero módulos de
Qué hacer cuando no sabes qué hacer te ayudo a definir qué es lo que de verdad quieres personal y profesionalmente, qué criterios tienen que estar sí o sí y de cuáles puedes prescindir.
