Cuando era pequeña, entre las muchas cosas que quería ser una era piloto de aviones.
No me preguntes por qué.
Pero lo deseaba con todas mis fuerzas.
Hasta que averigüé que para serlo tenías que tener una vista perfecta.
Y yo era miope.
Así que no podía.
Y en ese momento me dije pues nada, no puedo hacer esto. Y lo descarté. Así, sin más.
¿Por qué?
Porque cuando eres niño no le das mil vueltas a las cosas.
No estás: ay, Dios mío, qué disgusto, y ahora qué hago yo con mi vida, me ha destrozado los sueños y mira qué mala suerte, por qué me tenía que tocar a mí, es que soy una inútil.
Vamos, ni se te pasa por la cabeza cuando eres niño.
No como de adultos, que nos volvemos locos y empezamos a pensar en mil cosas.
Es normal, a ver, ya de adultos tenemos más experiencia, más creencias, más tontería, más miedos.
Es lo que hay.
Por eso en mi curso para descubrir qué quieres hacer con tu vida trabajamos los miedos, inseguridades, etc. Esos que en tu infancia no tenías y ahora sí.
Pues los trabajamos en este curso para que decidas qué quieres hacer y cómo hacerlo y veas alternativas.
¡Que tengas un buen día!