Hoy te traigo una idea que te va a encantar y a ayudar mucho y que es fácil de llevar a cabo.
¿Qué te parece? Bueno, bonito y barato, jajaja.
Se trata del concepto de autorrefuerzo.
Algo que aprendí de un libro de Walter Riso y que llevo haciendo toda la vida sin saber ni lo que era, jajaja.
Te pondré un ejemplo tonto.
Hace tiempo había una cosa en mi casa que me ponía de los nervios...
La alfombrilla del baño.
(Sí, te puedes reír, jajajaja).
No podía con ella. Era horrible, fina y se empapaba enseguida. Cada vez que salía de la ducha me ponía de mal humor.
La solución era sencilla. Comprar otra que me gustara, más mullida, más grande y más bonita. Fin de la cuestión, ¿no?
Pues no.
No sé cuantos meses pasé con esa alfombrilla porque no quería gastarme x dinero en otra. Porque por una alfombrilla de baño yo no iba a pagar más de x.
Hasta que un día me dije, mira, pago lo que sea pero yo esto no lo quiero así. Y me compre una grande, mullida y calentita. Y cada vez que salgo de la ducha es un placer que ha merecido de sobra cada euro que pagué (y que no fue nada, en realidad, ¿10?).
La cuestión es que a veces pequeñas cosas de nuestro día a día suponen una GRAN diferencia en nuestro placer y disfrute.
Y nos resistimos aunque tengamos los recursos para cambiarlos.
Como dice Walter Riso, nos acostumbramos a padecer las pequeñas e insufribles incomodidades de nuestro entorno.
Perdemos nuestra capacidad de autorrefuerzo, de proporcionarnos cosas que nos dan placer y nos hacen sentir bien.
Y hablamos de cuestiones simples y cotidianas que podemos cambiar en un momento.
Como mi alfombrilla.
Y ya sabes cuáles son para ti...
Esas que te repites todos los días...
Tengo que comprar toallas nuevas, a ver si arreglo esa puerta, tengo que cambiar estos paños de cocina tan feos (esa es mía, vale, jajajaja. Los cambié y ahora soy feliz cada vez que saco los nuevos...).
La cuestión es que esos pequeños detalles pueden hacer que tu día a día sea insoportable. Porque entras en tu casa y no estás bien.
O viceversa.
Imagínate entrar en tu casa y ver ese cuadro que te gusta tanto. O secarte con una toalla suave y esponjosa. O cocinar con utensilios que te encanten. O lo que sea que tienes tú en tu casa.
Te aseguro que merece mucho la pena, por varias razones:
- Te acostumbras a autorreforzarte, a rodearte de cosas que te hacen sentir bien, que te proporcionan placer.
- Te acostumbras a darte importancia, a cuidarte, porque escuchas lo que te gusta.
- Te das cuenta de que pequeños cambios suponen una gran diferencia.
- Rompes absurdas normas mentales como la mía de no gastarme más de x euros en una alfombrilla. Norma absurda que hizo que durante meses estuviera de mal humor un momento al salir de la ducha.
Así que ya sabes. Piensa en eso que te pone de un humor de perros en tu casa o trabajo. Eso que es una bobada, que no te costaría nada cambiarlo.
Y cambialo.
Y veras la diferencia cuando te rodees de cosas que te encantan. Es que usarlas te pondrá de buen humor.
Así que empieza esta semana y compra, cambia o tira eso que te molesta tanto y empieza pco a poco a hacer de tu hogar un refugio...