Me escriben muchas personas, muchas, diciéndome que no saben qué hacer, que no saben qué paso dar. Que están estancadas.
Y te voy a decir una gran verdad.
Casi siempre sabemos lo que hay que hacer. Casi siempre.
Aunque creas que no.
Lo que pasa es que raramente se hace.
¿Y sabes por qué?
Porque no queremos pagar el precio que conlleva.
Y es que los cambios importantes, radicales, los que te dan miedo y a la vez te emocionan suelen implicar pagar un precio.
Hacer algún sacrificio.
Y esa palabra nos da miedo. Nos para. A nadie le gustan los sacrificios, tener que pagar.
Aunque a veces esos sacrificios no son tan sacrificados.
Como cuando estuve un año sin comprarme ropa porque acababa de lanzar mi negocio.
O viviendo sin ingresos propios y dependiendo de mi pareja.
Pues fue un sacrificio pero tampoco fue para tanto y la recompensa la vivo cada día.
Otros me costaron más.
Como dejar la ciencia, por ejemplo. Eso sí fue un verdadero sacrificio. Dejé algo muy importante para mí para arriesgarme por otra cosa.
No sé cuál es para ti.
La cuestión es que es ese sacrificio el que hace que no te lances.
Y lanzarse merece la pena. Al menos para mí.
Me han gustado estos versos del poeta Pedro Andreu:
"Sembraremos pájaros
para que crezcan alas".
Hacen falta más alas en el mundo, porque casi todos sabemos lo que tenemos que hacer.
Piensa por qué te para tanto ese sacrificio y si merece la pena hacerlo para conseguir lo que quieres.
Todas las respuestas son buenas. Es tu vida. Tú decides.
Al final todo se resume en saber qué hacer, tener ganas y aceptar el precio a pagar.
Simple. Que no fácil.
Si no no habría un porcentaje tan amplio de gente insatisfecha.