Como ejercicio de comprensión ante lo que está delante de nosotros, Candiard escribe un libro que nos recuerda, desde lo más trágico de la crisis, que Dios no es ajeno ni está callado ante nuestra situación histórica. El problema está en el corazón de la revelación y tiene que ver con la dramática del amor, de la que ningun de nosotros somos ajenos. |