En 1850, Ludwig Feuerbach escribió una frase que se ha repetido hasta la saciedad:
“Somos lo que comemos.”

Lo dijo con otras palabras, claro:
"Si se quiere mejorar al pueblo, en vez de discursos contra los pecados, denle mejores alimentos. El hombre es lo que come."

Y sí, todo el mundo habla de lo que comemos.

De lo que bebemos.

De lo que nos metemos al cuerpo por la boca.

Pero… ¿y lo que respiramos?

Hoy he cambiado los filtros de ventilación de casa.

Vivo en una zona donde el aire es puro. De ese que parece recién exprimido de un bosque.

Y aún así, el filtro exterior —el que recoge el aire de fuera— parecía el cartón de una película de zombies.

Gris, asfixiado, tapado por completo.

Y eso que aquí el aire es limpio.

El filtro interior —el que recoge lo que respiramos dentro— tenía lo suyo también.

Pelusas. Polvo. Basurilla flotante.

Lo que no se ve, no siempre está limpio.

Y ahora imagina cómo quedarían esos mismos filtros en pleno centro de Madrid.

O Barcelona.

O donde sea que cada día circulan millones de coches, se levantan obras, se fríen toneladas de comida basura, y el aire entra en tu casa sin pedir permiso.

Eso que ves en el filtro…

… si no se queda ahí, entra en tus pulmones.

Y en los de tus hijos.
Y en los de tu pareja.
Y sí, también en los de tu perro.

Lo respiráis todos.

Así que no, cambiar los filtros no es solo mantenimiento.

Es prevención.
Es salud.

Es la diferencia entre decir “mi casa está limpia” y que realmente lo esté.

Y si no sabes cómo funciona un sistema de ventilación, o qué tipo de filtros necesitas, o si lo tuyo es una passivhaus o un desastre con ventanas...

Te lo explico todo en la Masterclass de Ventilación.

Pero ojo:

🛑 Quedan solo unos pocos días antes de que la retire.
Después no podrás comprarla.

Y no, no la volveré a sacar la semana que viene. Ni la próxima.

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