Te pido disculpas por el correo repetido de esta mañana.
Fue un error.
Este es el que realmente debería haberte enviado hoy.
Mucha gente me pregunta si hay subvenciones para hacer obras.
Y sí, a veces las hay.
Pero te lo voy a decir claro:
Si dependes de una subvención para hacer una obra, es mejor que no la hagas.
Porque el dinero puede que llegue… o puede que no.
Y lo peor es que eso no depende de ti.
Tienes que cumplir con procedimientos, pagar a técnicos, meter a más personas en el ajo, adelantar dinero, llenar papeles, subsanar requerimientos, esperar meses (o años)… y con suerte, al final, te llega una transferencia que ni recuerdas por qué es.
Como un décimo premiado que te habías olvidado que compraste.
Y si has fallado en algo, te quedas sin premio.
¿Sabes lo más paradójico?
Estas ayudas están pensadas para quienes tienen menos recursos.
Pero justo esas personas son las primeras en quedarse fuera, porque muchas veces ni pueden adelantar el dinero ni pagar a alguien que se encargue del papeleo.
Al final, lo que nace como ayuda termina generando otra especie de negocio:
Los profesionales de la subvención.
Y yo no soy uno de ellos.
Yo no tramito ayudas.
Yo te ayudo a que tus decisiones sean rentables.
A que cada euro que inviertes tenga un sentido.
Si quieres trabajar conmigo, empieza por aquí:
Contrata mi consultoría previa.
Y a partir de ahí, decidimos juntos cómo seguir.
Con claridad. Sin cuentos.
PD: Si esta newsletter te aporta algo útil, hazme un favor: reenvíasela a alguien que también le pueda servir. Y si aún no está suscrito, puede hacerlo desde aquí: