De niño —y no tan niño— me encantaba leer a Astérix.
Una de mis historias favoritas era Las 12 pruebas de Astérix. Julio César, harto de no poder conquistar la aldea, decide ponerle a prueba con doce desafíos inhumanos. Si falla, pierde todo.
A veces siento que hay un Julio César de la vida que nos gobierna.
Y cada día nos lanza una nueva prueba.
No estoy seguro de qué ganamos al superarlas… Supongo que el derecho a volver a intentarlo.
Te pongo un ejemplo:
Antes del CTE, redactar un proyecto unifamiliar era cosa de unos cuantos planos y unas pocas decenas de folios.
Ahora parece que hay que escribir una encíclica para conseguir lo mismo.
La normativa es tan extensa que no parece hecha para humanos.
Y cuando por fin lo logras…
Toca generar la documentación.
En PDF, claro.
Y dependiendo del colegio profesional, cada uno con su propio formato.
Superas esa prueba y piensas que has acabado. Pero no.
Presentación en el ayuntamiento.
Cada registro es un universo paralelo. P
uede que el documento visado, firmado digitalmente, no se pueda presentar tal cual.
Así que te toca trocearlo.
Y por el camino, se pierde la firma digital.
Y si tu proyecto lo revisa Patrimonio, Fomento, ADIF, AENA… cada uno tiene sus propios requisitos. Una fiesta.
Al final, puedes pasarte más tiempo dando forma a los documentos que redactándolos.
Divertido, ¿verdad?
En fin, lo mejor es ver el espectáculo desde la ventana…
Y hablando de ventanas…
PD: Tengo disponible una masterclass sobre ventanas.
Si no quieres que se conviertan en otra de las pruebas de Julio César, apuntate. Vas a aprender todo lo necesario para elegirlas, colocarlas y evitarte problemas después..
PD2: Solo está a la venta hasta fin de mes.
P3: No sé si volveré a ponerla a la venta. Pero si lo hago, lo que sí te aseguro es que el precio será más alto.