En verano todos vuelven al pueblo.

Y con ellos, también regresan los viejos vicios.

Llega agosto y los pueblos se llenan.

Quienes no pisan esas calles desde Navidad, aparecen como si el polvo acumulado en sus botas les diera autoridad para opinar de todo.

El problema de los pueblos.

La falta de servicios.

La carretera. El médico. El bar cerrado.

El WiFi, claro. Lo de siempre.

Y mientras se quejan, se organizan eventos donde se quema más dinero en dos semanas que en todo el año en servicios básicos.

Pero da igual.

Porque si es la fiesta de mi pueblo, vale todo.

Romperse la camiseta en una romería, insultar al equipo contrario en una pachanga de futbito, o directamente, liarse a hostias con alguien de la aldea vecina.

Así es como demostramos "amor" por el pueblo.

Con testosterona, cerveza caliente y ruido.

Y entre todo eso, también llega el de la obra.

El que quiere reformar la casa del abuelo.

Levantar un muro.

Hacer unacasa de esas prefabricadas “que no molesta a nadie”.

Y claro… como es el pueblo, piensa que aquí todo se hace “a lo mecagüen”, y que con una caja de cervezas el albañil le dice que sí a todo.

Pero no.

Yo no trabajo así.

Ni quiero.

Porque si de verdad quieres arreglar algo, si de verdad te importa este sitio, primero hay que entenderlo.

Saber qué se puede hacer.

Y cómo.

Y por qué.

Por eso, antes de presupuestar nada, te hago pasar por mi consultoría previa.

Sí, esa en la que te hago preguntas incómodas, en la que te rompo los mitos del “esto lo hace mi primo”, y en la que ves si de verdad estás preparado para construir algo útil…

…o si solo vienes a ver si cuela.

Son solo 600€. Por ese dinero, siempre te vas a ahorrar problemas que valen mucho mas.

Esto no va de gritar.

Ni de decir “yo siempre lo he hecho así”.

Esto va de hacer las cosas bien.

Porque si algo necesitan los pueblos en verano, no es más ruido.

Es soluciones reales.

Y eso, amigo, es lo que yo ofrezco.

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