Hay una razón por la que empecé a escribirte estos correos.
Estoy hasta el cuello del postureo.
En las redes, todos compiten por ver quién es más brillante, más guapo, más exitoso…
aunque sea de mentira.
Y para colmo, tu mensaje no llega a todos, solo a quienes el algoritmo de turno decide premiar ese día.
Por eso decidí tomar distancia.
No desaparecí, pero sí dejé de regalar contenido ahí.
Ahora solo lanzo algún anzuelo para atraer a los que realmente quieren estar aquí.
Tú.
Que lees esto.
Que estás dentro.
Este es el lugar donde pongo lo bueno.
A veces con ideas, a veces con recursos gratuitos.
Y otras, claro, con contenidos de pago.
Porque este proyecto también vive de eso: de clientes reales. No de likes.
Me marqué un reto: escribir un email cada día.
Suena a locura, pero después de tres meses, la cosa fluye sola.
Y si sigo haciéndolo, no es solo por disciplina.
Es porque tú estás ahí.
Tú, que lees. Que contestas. Que compras. Que te apuntas a las formaciones.
Tú, que haces que esto merezca la pena.
Este medio —el email— me gusta porque nos pone a la misma altura.
Aquí no hay filtros ni poses.
No sé si quien me escribe es arquitecto o aparejador, jardinero o viticultor.
Y no importa.
Porque siempre encuentro algo valioso en lo que me cuentas.
Así que mi email de hoy es una carta de agradecimiento para ti, por estar ahí.
PD: Hoy es el último día para conseguir la masterclass sobre ventanas al precio reducido de preventa. Mañana, costará más.
PD2: 50 € pueden ahorrarte muchos dolores de cabeza a la hora de elegir bien tus ventanas. Lo que aprendes vale muchísimo más de lo que cuesta.
PD3: Aun así, sé que muchos no comprarán hoy… y acabarán haciéndolo después, cuando cueste más.
No digas que no te lo avisé.
Masterclas sobre ventanas