Esta mañana volví a ver el mismo circo de siempre.
Un foro.
Un sistema de calefacción.
Y las mismas recetas de siempre para seguir haciendo las cosas mal, pero más caras.
— Un propietario con buenas intenciones: quiere mejorar el aislamiento.
— Un arquitecto sin ganas de aprender ni calcular.
— Una promesa genérica: “cumpliremos holgadamente el CTE”.
¿Y el resultado?
Espesores de aislamiento como si fueran croissants.
Carpinterías “buenas” (que nadie define).
¿los puentes termicos?
Bien, gracias
Cero cálculos.
Ni una simulación.
Nadie se pregunta si ese aislamiento tiene sentido… o si, como en algunas zonas húmedas, puede empeorar el problema.
¿La humedad? Bien, gracias.
Nadie calcula su comportamiento.
Y lo mejor de todo…
Van a cambiar una caldera de gasóleo de alta potencia por una bomba de calor con… ¿adivinas?
Sí. La misma potencia.
Coño, pues para ese viaje, no hacían falta alforjas.
Invertimos miles de euros para seguir igual.
O incluso peor.
Y luego, cuando la factura energética no baje o la casa sigua siendo incomoda incómoda, o aparezcan patologías, empiezan las excusas.
Que si el clima.
Que si la energía está muy cara.
Que si es culpa del instalador.
Que si “es lo que hay”.
No. Lo que hay es falta de criterio.
Y de huevos para decir la verdad.
¿Merece la pena reformar si no sabes lo que estás haciendo?
No. Lo que merece la pena es parar.
Pensar.
Y dejarse de parches costosos que solo sirven para que parezca que haces algo.
Si quieres resultados, necesitas cálculo. No intuición.
Y si no estás dispuesto a hacer eso… mejor no toques nada.