Hace unos días estuve reunido con un cliente que ha contratado la consultoría previa de proyecto.
Tiene entre manos la reforma de un piso y estaba preocupado por no meter la pata.
Y con razón.
Me envió mucha documentación sobre el estado actual de su vivienda. Planos, informes… y fotos.
Pero hubo algo que no por rutinario dejó de llamar mi atención: los falsos techos.
En las imágenes se ve claramente cómo el yeso de las paredes solo sube hasta el falso techo. Y por encima de ese techo... solo hay ladrillo visto.
Pero lo peor no es eso. Lo grave es cómo atraviesan ese ladrillo distintas instalaciones, con agujeros más grandes que los tubos que deberían encajarse ahí con precisión quirúrgica.
¿Te imaginas lo que pasa cuando el cliente desmonta un downlight para cambiarlo?
Exacto. Corrientes de aire por todas partes. Como si hubiera dejado la ventana abierta en enero.
Y todo porque nadie pensó en la hermeticidad.
Porque, como suele pasar en obra, lo importante es que lo que se ve quede bonito. Lo que no se ve… “bah, total, no se nota”.
Pero se nota. Y el que lo paga es quien vive ahí.
El concepto de envolvente estanca sigue sin estar interiorizado en el sector. Pero tú estás a tiempo de no caer en ese error.
👉 ¿Solución?
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