Es la pregunta del millón cuando hablamos de Passivhaus.
Y oye, tiene sentido… hasta que deja de tenerlo.
Nos volvemos locos sacando números: inversión inicial, ahorro energético, retorno estimado.
Un Excel precioso.
Llena de fórmulas.
Y con un final poco sexy: “Esto se amortiza en unos 10-12 años.”
Y claro, ahí viene la cara larga.
Se arruga el hocico.
Y aparece el “Esto no es para mí”.
Curiosamente, suele ser el mismo perfil de cliente que no pestañea al soltar 40.000€ en una cocina.
O que compra un coche sin mirar ni por un momento cuánto gasta cada 100 km.
Eso sí, que sea cómodo, que sea bonito…
y si encima farda, mejor.
¿Que se devalúa en cuanto pisa la calle?
Bah, da igual.
Ahí no duele.
Pero en su casa —donde va a pasar los próximos 10, 15 o 20 años— sí que duele.
Duele plantearse si merece la pena estar calentito en invierno y fresco en verano.
Duele valorar si es lógico tirar billetes mes tras mes en climatización…
solo para seguir tiritando o asándose.
Y eso, claro, no se luce en Instagram.
Eso se sufre en silencio.
¿Sabes qué me dicen quienes ya viven en una Passivhaus o tras una reforma bien hecha?
Nunca me hablan de amortizaciones.
Nunca.
Me hablan de descanso.
De sensación de hogar.
De calidad de vida.
Ni uno me ha dicho: “Mira qué retorno más majete tengo en mi Excel”.
Y todos, absolutamente todos, repiten lo mismo:
“Esto tenía que haberlo hecho antes”.
Uno de los aspectos clave —y que casi nadie tiene en cuenta— es la hermeticidad.
Puedes tener una casa supuestamente bien aislada y seguir pasando frío.
O calor.
O pagando de más.
Por eso he preparado una masterclass donde te explico, claro y sin florituras, qué es la hermeticidad, por qué importa y cómo puede marcar la diferencia en tu vivienda.
👉 Está a la venta ahora mismo.
👉 El domingo la retiro.
Así que si te interesa vivir mejor, en serio, no lo dejes para otro día.
Hermeticidad: Del Confort a la Eficiencia
PD: Mañana te cuento por qué elegí a los dos ganadores de las invitaciones del foro. No fue por sorteo, fue por algo más interesante.
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